Existen días hechos para no existir, momentos para no ser vividos, recuerdos para no guardar. El tiempo es siempre juez y parte de todas las sentencias, no absuelve ni castiga, no indulta ni encierra. Simplemente deja que lo que debe cerrarse se cierre y lo que debe pesar sobre las conciencias pese. Durante muchos años he jugado a indios y vaqueros sin saber muy bien cual era mi papel y desconociendo cuál de los dos era el bueno. He vaciado un cargador entero de una sola palabra y he curado heridas con sólo posar mi mano. He sido vencedor y vencido en muchas ocasiones y siempre decidía volver a intentarlo. Pocas veces entró en escena la pipa de la paz y muchas veces maté sin querer. No merezco la estrella de sheriff, ni la diadema de plumas…reconozco no haber sido hombre de palabra y muchas veces dejar los límites atrás. He arrasado pueblos enteros, agotado existencias y vendido maldad a cambio de buenas palabras. He perdido cordura, culpabilidad, conciencia y orgullo. Me he hecho fuerte e inseguro, valiente y escueto, sensible y cruel, he sido todo y nada al mismo tiempo. He visto pasar los años sin encontrar la recompensa. No obtuve venganza ni consuelo, pero fui feliz, y si jugar a indios y vaqueros fuera maduro, responsable y me prometieran que jamás nadie saldría herido, insertaría ahora mismo la única moneda y el poco juicio que me queda en los bolsillos.
«Esta guerra fría me está dejando los pies helados«